Resulta más que evidente que el rol del jefe de campaña es fundamental para una estrategia electoral exitosa.
En el libro “Acciones para una buena comunicación en campañas electorales” de la Fundación Konrad Adenauer, el especialista internacional Carlos Germano puntualiza algunos detalles de las características necesarias para dicho rol.
Una buena estrategia electoral permite organizar y coordinar en una misma dirección lo que de otra manera serían esfuerzos aislados. Para que esto sea posible, es necesario que la campaña tenga una dirección centralizada.
Esta es precisamente la función del comando de campaña: dirigir y coordinar todas las acciones orientadas al objetivo de lograr el triunfo electoral.
En esta función tiene un papel clave el jefe de campaña.
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1-Un jefe de campaña que no sea candidato
El jefe de campaña es la persona responsable de dirigir y coordinar los aspectos estratégicos, económicos, organizacionales y de comunicación de la campaña.
Dada la relevancia de esta función, es aconsejable que el jefe de campaña no sea el propio candidato; y, en la medida de lo posible, que sea un dirigente que pueda decirle “no” al candidato y que esté en condiciones de dotar de un marco profesional los aspectos técnicos de la campaña.
El sentido de la primera recomendación es relevar al candidato del desgaste de gestionar los aspectos organizacionales y económicos, para que pueda concentrarse en el trabajo de campaña propiamente dicho (exposición pública, actos, aparición en medios de comunicación, etcétera).
2-Un jefe de campaña apasionado y desapasionado (lee y te lo explico)
La segunda recomendación tiene el sentido de aportar una mirada desapasionada a la gestión estratégica de la campaña.
Las ventajas de designar a un dirigente que no responda al entorno del candidato, son, en primer lugar, que suele estar relativamente equidistante de las disputas internas que se tejen en el entorno de los candidatos.
Esto facilita las tareas de coordinación y comunicación en el equipo de campaña.
En segundo lugar, que está en condiciones de aportar una visión distanciada del compromiso personal y afectivo con el candidato.
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3-Un jefe de campaña capaz de confrontar
En tercer lugar, que está, o debería estar, en condiciones de confrontar con las opiniones del propio candidato, en la medida en que lo crea conveniente para la estrategia electoral, cosa que no suele ocurrir con el entorno que suele depender política y económicamente del candidato.
4-Un jefe de campaña que “asuma los números”
Una de las funciones claves del comité de campaña es centralizar las finanzas de la campaña.
En este punto, el objetivo es definir una sola “ventanilla” tanto para los ingresos como para los gastos.
Esta responsabilidad debe estar en manos de una sola persona (o bien el jefe de campaña o bien una persona de la máxima confianza tanto del candidato como del jefe de campaña).
El sentido de esta recomendación es evitar la superposición de competencias o de gastos, maximizando el rendimiento de los recursos disponibles.
Conclusión
Queda más que claro que dicho rol estratégico debe ser elegido con mucho cuidado y por ende es necesario un asesoramiento profesional, eficiente, técnico y asertivo en detectar ponderar la persona que ejercerá el mismo.